Allí nació la tía Albira (que luego se convirtió en mí peor enemiga), la querida tía Olinda, mi madre y el hermano mayor que apenas con 15 años se fue de la casa, nunca mantuvo contacto con la familia ni al velorio de su madre asistió. Con esfuerzo crió y educó a sus tres hijas. La tía Olinda que heredó las cualidades para las manualidades y la cocina, tuvo que abandonar la escuela y casarse para quitarle un peso a su madre de mantenerla. Así que Victoria lidió con Alcira y Albita.
En el año 1952, la abuela compró un apartamento financiado por el Banco Obrero, iniciativa del gobierno del general Marcos Pérez Jiménez “quien gobernó a Venezuela por 10 años”, para darle respuesta a la gran cantidad de personas que de todos los rincones del país, dejaban sus tierras, sus casas, para trabajar en las ciudades, y Caracas fue epicentro de las barriadas que poblaron todo su valle. El apartamento le fue asignado en las Vegas de Petare, le toco el cuarto y último piso del bloque 2 letra B.
Yo fui el primer nieto de su camada, morenito oscuro, que desagradable sorpresa? La tía Olinda, tuvo su primera hija meses después que yo naciera, no sé si eso trajo un celo o un reconcomio. La tía se había casado con los hábitos requeridos para la ocasión, civil y por iglesia, su primera hija: blanquita, linda y sana, mi prima Linda. Pero Alcira había salido embarazada de “Musa” y para mi abuela debo imaginar que eso no estaba en su planes, pero Alcira recién mudada a las Vegas de Petare, dio luz en la maternidad Concepción Palacios en San Martin en el año 1955, y Olinda dio luz en una clínica que la compañía petrolera la Shell pagaba a sus empleados, ya que Alfi esposo de mi tía Olinda era empleado.
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